Dori Lucas: «No puede faltar el entusiasmo en lo que se hace»
Presentamos la entrevista que realizamos el pasado mes de mayo a Dori Lucas, antigua presidenta de la Coral Polifónica de Almazán, así como fundadora y presidenta de la Federación de Corales Sorianas (FECOSOR) hasta 2012, y sobre todo, figura clave en la actividad cultural desarrollada por el Ateneo Filarmónico desde su fundación hasta 2015.
p&m magazine: Dori, ¿cuál fue tu papel en el Ateneo Filarmónico?
Dori Lucas: Mi papel era, en resumen, «tocar las narices» (risas). Digo esto porque la verdad es que con las ideas que aportaba los volvía a todos locos. Es cierto que me encargaba de coordinar todo, buscar lugares para representar las óperas, conseguir financiación de instituciones y organismos públicos y privados, diseñar los programas (¡cómo disfrutaba con ello!) o crear el blog de cada una de las óperas como si fuese una biblioteca, con todos los acontecimientos y fotografías. Pero por lo demás, nada diferente al resto de compañeros.
p&m: ¿Con qué objetivos nació el Ateneo?
D.L.: ¡Unos objetivos maravillosos! La idea descendía de un proyecto previo en el que éramos ocho personas y la cabeza, Igor Escudero. Queríamos cantar y hacerlo bien, trabajándolo en condiciones. De ahí surgió posteriormente el Ateneo Filarmónico y dentro de éste se formó un coro. Como empezamos con una obra medieval y el tema iba de reyes, se me ocurrió el nombre de Liber Regum, que es el primer libro que habla de los linajes de los reyes.
p&m: Háblanos de tu labor en las producciones de Pedro el Cruel, Rayo de Luna, El Tercer Rey y Cásina.
D.L.: Mi labor principal, que se hiciera realidad el sueño deseado. Pedro el Cruel fue nuestra primera aventura. El Alcalde y la concejala de Cultura de Almazán, la Diputación de Soria, la extinguida Caja Duero, la Junta de Castilla y León, el concejal de Cultura de Soria, los comercios y hosteleros, a todos les gustó el proyecto y todos apoyaron económicamente la idea de hacer la ópera.
Con ella se inauguró el auditorio del convento de la Merced. La nave central como patio de butacas, el coro como palcos y el ábside como estupendo escenario, ya que tiene la bóveda completa que hace de “concha”, así que la sonoridad es estupenda. Desde entonces, cada año, hacen unas cuantas funciones musicales en el convento.
Una experiencia que, aunque ardua, fue estupenda. Cantar junto a profesionales tan magníficos y buenas personas, enseñándonos a sacar lo mejor de nuestras voces y a movernos en el escenario, es inolvidable. De esta experiencia ideó Igor el Liceo Musical, posteriormente.
Rayo de Luna surgió a raíz de que Bécquer hubiera escrito cuatro leyendas ambientadas en Soria. El Rayo de Luna es la que más me gusta de las cuatro. Me parece la más fascinante, enigmática, hechizante. Juega con la imaginación del protagonista que persigue una idea… En seguida comencé a buscar financiación. La extinta Caja Duero nos ofreció bastante dinero. A la Diputación le pareció que el proyecto de la Trilogía era estupendo. Tanto les gustó que querían firmar un tripartito Caja Duero-Ayuntamiento de Soria-Diputación para financiar la Trilogía, pero finalmente decidieron empezar con la primera inicialmente.
Fue estupendo trabajar el oratorio con el coro “Primo Tempo”, que en aquel momento dirigía Igor en Valladolid. Todos los de la Federación[i] que participábamos estábamos encantados. Además, los talleres fueron la bomba. En Soria no se había trabajado así de bien nunca, sólo con Pedro el Cruel. El Ayuntamiento de Soria nos cedió locales para los ensayos y las clases.
Con El Tercer Rey todo fue más fácil, al igual que con Cásina. Trabajar en un equipo en el que todos miran al mismo sitio, aún con sus distintas opiniones, es estupendo. Me gustó que viniesen personas de otros sitios ¡eso era lo que yo deseaba que fuese el Ateneo! Pablo, el libretista, un chaval encantador… Igor hizo una música… ¡deliciosa! Una ópera a medida de nuestras voces, como un traje. La Bajadanza que incluía ¡qué gozada! ¡un baile medieval! Patricia Lafuente nos enseñó a movernos y luego vino el coreógrafo Santiago Muñoz, que posteriormente coreografió las danzas de la serie “Isabel” de televisión. Busqué financiación en Paradores de Turismo y finalmente el de Sigüenza nos facilitó todo lo necesario para estrenar allí nuestra ópera. Los talleres de canto los dio Conchi Moyano. ¡Fue una experiencia magnífica!
Nunca disfrutamos tanto representando una ópera como con Cásina. El estreno fue en el yacimiento romano de Cuevas de Soria, donde Rogelio Peña era el director del museo en ese momento. Los cursos de formación los impartieron Conchi Moyano y Alfonso Baruque.
También hubo otro proyecto, El Cantar de los Cantares, que también fue estupendo. En esta ocasión, los cursos fueron con Luis Tau y Susana Corbacho. ¡Qué grandes profesionales! Y qué bueno el trabajo del maestro de guitarra Breogán Prego, los compañeros de Valladolid, la soprano profesional Marta Heras y, por supuesto, los compañeros de Soria.
p&m: ¿Qué aprendiste en aquellos años?
D.L.: Aprendí mucho sobre el trato social y más que nada a trabajar la paciencia. Por lo demás, ya tenía experiencia en hacer proyectos. Pero quizá lo más importante sea que no puede faltar el entusiasmo en lo que se hace. Eso impide desfallecer y hacer lo que sea necesario para superarse, para no quedar anclados y evolucionar. No hay que conformarse con ser medianamente buenos, sino trabajar para llegar a ser mejores.
p&m: ¿Y qué fue lo que más te gustó?
D.L.: Me gustó todo, incluidas las complicaciones y traspiés. Al fin y al cabo lo difícil es lo que enseña porque pone el cerebro en marcha para buscar soluciones. Hacer proyectos me apasiona, con sus pros y sus contras.
p&m: ¿Qué dificultades encontraste?
D.L.: Hubo muchas pero ninguna pudo conmigo (risas). La primera dificultad es sacar a la gente de su zona de confort y la lentitud con que funcionaba todo. Nunca me asustó tener que currar lo que fuese, pero empujar al personal es pesadísimo, y encima se queda mal con ellos.
p&m: Fuiste presidenta de la Coral Polifónica de Almazán, y presidenta y fundadora de FECOSOR; háblanos un poco de esas experiencias.
D.L.: Sí, fue toda una aventura. En cuanto a FECOSOR, no fue difícil formarla.
Conocí a David Azurza, en unos cursos de dirección coral de la UC (Universidad de Cantabria), en Noja. Luego fui a clases particulares con él a San Sebastián una vez al mes. Esa buena relación con David me facilitó la posibilidad de formar el primer curso de canto coral en Soria. Se apuntaron muchísimas personas. Por desgracia el nivel de los coralistas de Soria era ínfimo. David alucinó y a los que acudieron de fuera de la provincia se les quedó «pequeño», porque claro, nosotros lo organizamos y fuimos los que marcamos la pauta. Pero nuestros coralistas quedaron encantados y con ganas de «otra vez».
La siguiente acción tenía que ser dar a conocer FECOSOR a la provincia entera. Un triste acontecimiento fue el que nos sirvió de plataforma: el desastre de Haití. Personalmente quería hacer algo para colaborar en la ayuda. Con un “macroconcierto” de todas las corales juntas conseguí matar dos pájaros de un tiro: ayuda para Haití y dar a conocer la Federación. Gustó mucho a coralistas y público.
Posteriormente hablé con el vicario general de la diócesis de Soria para hacer otro concierto con motivo de la beatificación de un obispo soriano, pero algunos directores muy cercanos al vicario consiguieron que desapareciese el nombre de FECOSOR de los programas. Tuve que recordar quienes éramos en la presentación del concierto…
Conocí a Carmen Frías, directora del proyecto “Soria Románica”, en un taller que hicieron en Almazán sobre arte románico, y allí vi otra oportunidad para FECOSOR: “Soria Románica” restauraba cada año un templo y luego lo inauguraban con un concierto. Hablé con Carmen y cuando inauguraron la restauración de dos ermitas, allí estuvieron los “Caballeros Gregorianos”. Un coro ¡sólo para hombres! que se especializó en canto gregoriano, dirigido por Rogelio Peña.
La Diputación intentó canalizar las subvenciones a través de la Federación, pero no pudimos ponernos de acuerdo y la cosa quedó en nada. Para entonces ya tenía decidido que me iría de la Junta… Recuerdo que en aquella reunión de presidentes y directores para el cambio de directiva, sentí la acusación de haber hecho algo muy malo en vez de felicitarnos por el éxito que había sido Rayo de Luna. Poco después dejé también la Coral de Almazán. Y así, “descoralizada” y “desfederada”, quedé libre para poder lanzarme a los brazos del Ateneo.
p&m: Como arte y parte de la Coral y la Federación, ¿cuáles fueron los proyectos que más te gustaron o con los que más disfrutaste?
D.L.: Todos me gustaron. Como te dije anteriormente, hice lo que siempre quise hacer. Todos salieron bien, porque, a pesar de que tengo fama de cabra loca, nunca me he lanzado al agua sin flotador; por lo tanto no había lugar para el fracaso. Tropiezos muchos, pero todos solucionados en su tiempo justo. Con todos he disfrutado.
Cuando lo dejé todo me di cuenta de lo importante que fue en mi vida esta etapa musical y que tenía que dar gracias por haberla podido disfrutar a tope.
[i] Federación de Corales Sorianas (FECOSOR)